domingo, 8 de junio de 2008

SALAMANCA

No recuerdo un solo domingo de mi infancia, que no haya pasado en Salamanca.
Es que era un ritual familiar para todos los primos y tíos reunirnos en esa inmensa casa de mis abuelos Pedro y Agripina
La cita obligada era muy temprano para no desperdiciar ni un solo segundo de diversión.
Mientras mi abuela y mis tías preparaban esos exquisitos almuerzos, nosotros los más chicos nos disponíamos a sudar sin cesar y sacarle el jugo a la diversión.
Éramos una familia numerosa, mi madre tenía 9 hermanos con sus respectivos hijos.
Todos juntos dentro de esa casa lográbamos tener nuestros domingos maravillosos.
Los primos, casi todos contemporáneos, nos encargábamos de poner de vuelta y media la casa, con ocurrentes travesuras, peleas memorables, palomilladas solo controlables con esos ricos platos de lasagna casera, o ese soltero de machas que siempre quedaba chico, y claro esos tamales que parecían que venían directo del cielo y cuyo sabor nunca olvido.

Por otro lado el abuelo Pedro, siempre sorprendía a más de uno con sus inacabables cualidades para hacer y saber de todo.. hasta el día de hoy usamos los banquitos, aparadores y mostradores de madera que el hizo para nosotros, y nadie puede superar su estilo único de pintar la casa.

Mi tío Oscar nunca dejo de renegar con nosotros, ya que pisábamos el jardín y arrancábamos las flores que con tanto esfuerzo el regaba el día anterior; además que jugábamos por toda la casa con agua, mojando el piso enceradísimo de la sala, tirábamos los juguetes por todos lados, reventando esas ratas blancas en los carritos de plástico de los más pequeños, congelábamos mariposas, y arrancábamos uvas e higos de las plantas que sembraban en el jardín.

Éramos un manchon de chibolos mataperros, mis primos Mario, Letty, Mayi, Ernesto, CAMILITA, Rita, Patty, a veces Cristy y Periquito, y mis hermanos Jorge , Armando y Julito, completábamos la patota que sabia como divertirse a rabiar.

Nunca me explique que diversión podíamos lograr al ponernos todos en fila sentados uno por uno en cada escalón de la gran escalera de madera , para luego darnos semejantes sentadas y terminar con un dolor de trasero total, por que dizque éramos un trencito.
Era común cerrar todas las puertas del pasadizo donde estaban los cuartos, apagar las luces y gritar invocando al CUCO.

Los mayores Jorge, Armando y Mario organizaban sendas peleas entre los más pequeñines: Julito y Ernestito.. en esas broncas no había ganador, ya que el que hacia llorar de un buen puñete al otro, terminaba perdiendo por que su mamá con una buena mechoneaba le enseñaba que al primo NO se le pega.

Fueron muy aplaudidas esas expresiones artísticas en el día de la madre, navidad etc... en que organizábamos actuaciones en el patio.
Una de las más recordadas fue la interpretación de las canciones de Parchis.
Cada uno con su personaje, Letty era la ficha amarilla, Mayi la verde, Patty la blanca, a Ernesto le quedaba la azul y yo era la roja.
Nunca en mi vida vi tantos aplausos a un espectáculo tan improvisado y desordenado.

Todos teníamos un perfil establecido, era normal ver a Mayi sin zapatos ni medias y chupando limón con sal , Ernesto era el rompelon, Letty ya mostraba su lado literario comenzando por sus revistas que relataban las aventuras de MEMIN, entre otras, que guardaba celosamente en su bolsita roja, Patty era muy seriecita y muy limpia, CAMILITA era la mayor y siempre un modelo a seguir, Mario y Armando eran los mas moscas, los mas ocurrentes, los maestros de la chacota, Jorge el eterno enamorado, Rita creo la más cuerda del grupo, y Julito era, es y será Julito.

Llegada la noche con calor o frió, siempre se imponía a la fuerza un buen plato de sopa caliente que en esa época muchos de nosotros cuestionábamos pero que ahora estoy seguro mas de uno extraña con locura.

A medida que pasaron los años, nos fuimos convirtiendo en adolescentes, los mayores tenían ya otras inquietudes, todos dejamos de lado los juegos de niños y empezamos a escuchar esa buena música ochentera, y las fiestas juveniles empezaron a estar a nuestro alcance.
Ya las reuniones familiares cada domingo se hacían menos frecuentes., pero no por eso , se perdió esa unión familiar.

Por ese entonces ya tenía 14 años, y mi mayor deseo era vivir en Salamanca para prolongar en exceso esos momentos de diversión, que solo tenia los domingos.
Fue así, que no recuerdo bajo que pretexto me mude con todas mis pocas chivas a vivir allí.

Junto a Mario, Letty, Mayi y Ernesto vivíamos esos días a mil.

Salíamos a fiestas, a veces juntos o cada quien por su cuenta, íbamos a tomarnos unas chelitas en Las Brasas o en La Rockola, nos escapábamos a comer esos ricos sanguchones o esos inmensos tacos especiales.

Justamente por ir en busca de una nutritiva hamburguesa sucedió algo que empezó como broma, pero que hizo que me tragara el corazón por completo.

Al cruzar la av. Circunvalación Letty, Mario y Ernesto se adelantaron, Mayi y yo quedamos mas atrás, entonces al ver su ancha chompa verde, me provoco gastarle una broma en medio de la carretera.La cogí con las dos manos por los hombros, la empuje y a la vez la sostuve, para que se lleve un susto, pero fue tan malo mi calculo que no pude evitar que su gran chompa de lana se escurra entre mis dedos y pierda totalmente el control, sin poder evitar que caiga pesadamente a la gran pista, donde justo venia a gran velocidad un camión lleno de verduras, con dirección hacia mi pobre prima.
Fue tanto mi susto que a partir de ahí, vi todo en cámara lenta, al bajar la mirada, estaba mayita sentada y resignada a lo peor, levante mis ojos y estaba Letty, Mario y Ernesto vociferando y gritando mil y un improperio por mi broma tan ocurrente, y de reojo veía el camión que cada vez se acercaba mas y mas.

Fue tanta la presión que sentí en esos segundos, que tome una decisión inmediata, quizás un poco apresurada , pero fue lo primero que se me ocurrió , así que ajuste mis puños y cerré los ojos con todas mis fuerzas esperando el desenlace.
Felizmente Mayi tuve una mejor reacción al encoger sus piernas y evitar que las pesadas llantas la dejen sin poder caminar toda su vida. Yo al abrir mis ojos, viví algo peor que ver a mi prima aplastada en la carretera , estuve en medio de la ira , rabia e histeria de todos mis primos, reclamándome de formas distintas lo tarado que fui.

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Un sábado quedamos con Mario y Armando tomarnos unas cervezas en la calle de las pizzas, en esa época el lugar de moda , donde solo iban los que estaban dispuestos a divertirse a morir.
Nos instalamos en una mesa, donde miábamos directamente a unas bellas damitas que nos coqueteaban discretamente, sin perder el tiempo decidimos ir a su mesa y entablar una desinteresada amistad, no sin antes embalarnos con unas jarritas bien frías de Pilsen callao.
A la quinta jarra recién nos percatamos que las lindas muchachitas hacia rato se habían ido, así que optamos por ir a caminar por ahí, a dar vueltas. Y disfrutar de esa noche joven.
No se en que momento me separe de ellos, y ya avanzada la hora opte por regresar a casa, toque la puerta sigilosamente a las 4 a.m. de esa madrugada de domingo, mi abuelo Pedro fue quien me abrió la puerta con sus clásicos calzoncillos “escopeta” , y al verme llegar a esa hora me grito a voz en cuello por lo avanzado de la hora ...
” ¿ estas son horas de llegar? “…” esto se lo diré a tu mama “ ..” es muy tarde para que un muchacho como tu, este en las calles tan peligrosas “ ..” no me dejas dormir, yo me levanto temprano y todavía tengo que estar abriéndote la puerta “…

Consiente que el tenia toda la razón del mundo al decirme todo eso me disponía a dormir, cuando sentí unos golpes en la ventana de mi cuarto. Era Mario que recién llegaba y quería que le abra la puerta, así que me levante con mucho cuidado y sin hacer ruido fui a hacerlo entrar, felizmente encontré las llaves , el entro sin problemas y subió raudo a su cuarto , y cuando yo estaba asegurando la puerta , se levanto mi abuelo me vio y olvido que yo había llegado unos minutos antes , y otra vez me dijo. ...
” ¿estas son horas de llegar? “…” esto se lo diré a tu mama “...” es muy tarde para que un muchacho como tu, este en las calles tan peligrosas “...” no me dejas dormir, yo me levanto temprano y todavía tengo que estar abriéndote la puerta “…

Luego de vivir casi tres años en Salamanca, mi tío Paco se caso y evidentemente yo tenia que desalojar el cuarto que compartía con el, por ese tiempo también Armando partía a Italia, así que mi regreso a casa era inevitable en ese Septiembre del 93.

Nunca dejo de ir para allá, siempre frecuentemente me doy mis escapadas, es que es mi segunda o quizás mi primera casa, y se que no solo para mi si no para toda mi familia ese lugar tiene un significado inmenso en nuestras vidas.

A pesar que vivo en San Borja desde el marzo de 1985, siempre que me preguntan donde vivo, yo respondo sin dudar en SALAMANCA.

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